Relatos de mi sangre
Saber de "otra familia" me puso nostálgica, sobre todo porque no conozco a toda la mía. Mi familia es mi madre y mis tres hermanas, fuera de eso sólo se historias que le he sacado con cucharitas a mamá.
Mis abuelos se llamaron Virgilio Valero y Blanca Libia Toro, cuando se casaron ella tenía 15 años y él 35, se amaban. A él le llamaban el duende y a ella la blanca. Cuando mi abuelo pidió a mi abuela para casarse toda la familia se opuso, él entonces se la llevó lo más lejos posible, entre las montañas de Santa Cecilia, pisando casi la costa del pacífico colombiano, la tierra negra y mágica del Chocó.
Mi abuelo era aficionado al juego, todo lo apostaba, pero era trabajador. Su apodo venía de su pequeña estatura y de su trabajo; se adentraba en las montañas a buscar carbón en las minas y regresaba como un duende, encorvado, tiznado y lleno de tesoros. Mi abuela mientras tanto, criaba los hijos, tuvieron 16 hijos. Hoy sólo viven 5.
De mi abuelo y su afición al juego hay muchas historias, su favorito eran los dados. Una noche salió al pueblo a comprar medicinas para uno de los niños que estaba enfermo. Se quedó jugando dados y al regresar ya el crío estaba muerto, lo enterraron en la cocina, tal vez mi abuela quería tenerlo cerca.
Muchos de sus hijos murieron siendo niños, la vida del campo es una vida dura. Mi abuela murió como lo hacen las mujeres santas, las que según los musulmanes se han ganado el paraíso con su sacrificio, murió dando a luz. Mi abuelo falleció hace pocos años, cuidando sus tierras del acoso de la guerrilla y de los paramilitares, jamás se volvió a casar.
Hay muchas historias de mi sangre, unas tristes y bizarras como esta, otras realmente hermosas. Mis abuelos se amaban, su paraíso duró pocos años. Al morir la abuela, todos sus hijos les fueron quitados a mi abuelo, los regaron por las casas de los tíos maternos. Mamá llegó a la ciudad de Manizales a los 14 años, extrañando el río, ver a su padre regresar de la caza y de la mina, extrañando los asientos del tronco de un árbol, las poesías de Pombo que recitaba "la blanca", los juegos con sus hermanos. Nunca más vio a mi abuelo, pero dice que yo se lo recuerdo.
Este post es un homenaje a mi verdadera y única familia de sangre, los Valero Toro, de Manizales Colombia.
Mis abuelos se llamaron Virgilio Valero y Blanca Libia Toro, cuando se casaron ella tenía 15 años y él 35, se amaban. A él le llamaban el duende y a ella la blanca. Cuando mi abuelo pidió a mi abuela para casarse toda la familia se opuso, él entonces se la llevó lo más lejos posible, entre las montañas de Santa Cecilia, pisando casi la costa del pacífico colombiano, la tierra negra y mágica del Chocó.
Mi abuelo era aficionado al juego, todo lo apostaba, pero era trabajador. Su apodo venía de su pequeña estatura y de su trabajo; se adentraba en las montañas a buscar carbón en las minas y regresaba como un duende, encorvado, tiznado y lleno de tesoros. Mi abuela mientras tanto, criaba los hijos, tuvieron 16 hijos. Hoy sólo viven 5.
De mi abuelo y su afición al juego hay muchas historias, su favorito eran los dados. Una noche salió al pueblo a comprar medicinas para uno de los niños que estaba enfermo. Se quedó jugando dados y al regresar ya el crío estaba muerto, lo enterraron en la cocina, tal vez mi abuela quería tenerlo cerca.
Muchos de sus hijos murieron siendo niños, la vida del campo es una vida dura. Mi abuela murió como lo hacen las mujeres santas, las que según los musulmanes se han ganado el paraíso con su sacrificio, murió dando a luz. Mi abuelo falleció hace pocos años, cuidando sus tierras del acoso de la guerrilla y de los paramilitares, jamás se volvió a casar.
Hay muchas historias de mi sangre, unas tristes y bizarras como esta, otras realmente hermosas. Mis abuelos se amaban, su paraíso duró pocos años. Al morir la abuela, todos sus hijos les fueron quitados a mi abuelo, los regaron por las casas de los tíos maternos. Mamá llegó a la ciudad de Manizales a los 14 años, extrañando el río, ver a su padre regresar de la caza y de la mina, extrañando los asientos del tronco de un árbol, las poesías de Pombo que recitaba "la blanca", los juegos con sus hermanos. Nunca más vio a mi abuelo, pero dice que yo se lo recuerdo.
Este post es un homenaje a mi verdadera y única familia de sangre, los Valero Toro, de Manizales Colombia.
5 comentarios
Susana Veneno -
ellos fueron valientes, sin duda alguna
Gema -
Inita -
No sabía que esa fábula del renacuajo era de Pombo, se de otras. Y muy interesante la información de Manizales, todavía la estoy leyendo.
Si quieres colocar toda la fábula, dale con confianza.
Una vez más, gracias
=) aparte de los anillos, a este señor le sobran detalles.
Saturno -
El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo,
Salió esta mañana muy tieso y muy majo
Con pantalón corto, corbata a la moda,
Sombrero encintado y chupa de boda.
"Muchacho, no salgas!" le grita mamá,
Pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino a un ratón vecino,
Y le dijo: "Amigo! Venga usted conmigo,
Visitemos juntos a doña Ratona
Y habrá francachela y habrá comilona".
metalhen -
Un tributo a la familia, lo mejor que tenemos en este mundo.